Una oleada de asaltos asola desde hace unas semanas Costa Calma donde se han producido robos en cuatro establecimientos hoteleros, una gasolinera y un intento en el bar del campo de fútbol que fue abortado por la presencia de efectivos de la policía en la zona.
Pero no es lo más común. Los vecinos de la zona alertan de que falta seguridad y, sobre todo, más agentes.
Los asaltantes irrumpen en los hoteles cuando el vigilante de seguridad inicia su ronda. Aparecen de forma rápida, con martillos y machetes, profieren amenazas y en algunos casos golpean al recepcionista si no consiguen pronto dinero.
“Son drogadictos que buscan algo de dinero pero que no roban buscando grandes cantidades”, explicó en una entrevista en el programa La Voz de Fuerteventura, en Radio Insular, el vecino de Costa Calma Omar Veronese. Trabaja en un Rent a Car cercano y no esconde el temor a sufrir un asalto.
Desde el hotel Golden Beach, el cluster director de la cadena Meeting Point, Francisco Hernández, advierte de que los asaltantes amenazan a los empleados porque no conocen los sistemas de seguridad. “Ni nosotros podemos abrir la caja fuerte”, recalca, “solo lo puede hacer, en nuestro caso, Prosegur”. Hernández no esconde su malestar por la falta de conocimiento de los ladrones ya que no pueden conseguir su objetivo a pesar de las amenazas.
Pero la falta de seguridad, no afecta únicamente a los establecimientos, insiste Veronese. El Palmeral, “se ha convertido en un escondite perfecto para las drogas”. En general, “en Costa Calma es muy fácil delinquir porque no hay control”.
Tampoco las infraestructuras son seguras, “algunas se están cayendo a cachos sin que nadie haga nada”. Ya pasó con el campo de fútbol.
Pero la demanda ciudadana va mucho más allá.
La falta de abastecimiento de agua es continua, las roturas están siempre presentes a pesar de que los residentes en la zona pagan más de 4,6 euros por metro cúbico de agua, “el precio más elevado de toda España”, lamenta Veronese.
Desde las instituciones han prometido luz, asfaltado, “pero no sabemos nada al respecto”. Las escasas actuaciones que se han llevado a cabo se han realizado en el entorno de las palmeras donde se han retirados algunos ejemplares sin vida.
A pesar de todo ello, son pocas las voces que protestan. Y es que, la gente tiene miedo, reconoce Veronese. Por eso, son pocos los vecinos que participan en las manifestaciones… señala constatando, además, que “muchos piensan que no sirve de nada protestar…no cambian las cosas”, insiste.
En esta línea, pone en valor el trabajo realizado por el promotor de la obra social El Sombrero del Pueblo, Peter Muller. Un hombre «que ha trabajado muchísimo por la comunidad y al que hemos dejado solo”.
Con el cambio en las corporaciones, tras las elecciones, Hernández y Veronese confían en que la situación pueda ir mejorando.
