La Asociación de Vecinos y Vecinas de Tesjuate da vida a la localidad y contribuye, sin duda, al bienestar de sus cerca de 300 vecinos y vecinas. Muchos forman parte de una asociación donde cumplir con las reglas es vital.
La primera, dar un abrazo al llegar y, después, compartir un café o una infusión.
Algunas, como Nina Vera, llegaron sin hablar. Sumida en la tristeza que producen las ausencias, hizo frente al miedo, a la vergüenza que sentía al abandonar las cuatro paredes de la casa, y se acercó al centro. Ahora, Nina es otra persona, reconoce. Ha sido preciso el paso del tiempo pero, también, y en gran medida, la familia que ha encontrado en la asociación vecinal El Castillejo.
Un lugar donde se comparte, se escucha, se activa la empatía y, también, las endorfinas que generan felicidad.
El papel del presidente, Javier Alonso, es fundamental. Hijo de Ramoncita y criado en una casa que, para el resto de los vecinos, “es la casa de todos”, ha heredado los valores inculcados en el hogar. Valores que reclama mientras advierte del cambio que se está experimentando en la sociedad. Una sociedad menos humanizada donde hay muchas personas que se encuentran solas, alerta, “y no hay casi compromiso social”.
Por eso, no solo Nina sino también Armando Rodríguez (72 años) y Eva Rodríguez (68 años) agradecen su labor y su entrega en una entrevista en el programa La Voz de Fuerteventura, en Radio Insular.
Para Eva, la asociación ha sido una tabla de salvación después de jubilarse hace tres años. Reconoce que la casa se le cayó encima cuando dejó de acudir a su puesto de trabajo cara al público y que, sin motivación, los días se le hacían muy largos. A pesar de vivir en Puerto del Rosario, se acerca casi a diario a Tesjuate.
Armando lo tiene más difícil, vive en Gran Canaria, pero, tras haber descubierto “la casa de Ramoncita”, donde asegura haberse sentido muy bien recibido, no desaprovecha ocasión para venir a Fuerteventura y acercarse a compartir buenos ratos con sus ya amigos.
Bingo, moda… y mucho más
En el centro cultural juegan al bingo, “aunque solo una vez al mes”, lamentaba Nina, y participan en distintos talleres de mantenimiento físico, mente activa o cosiendo sueños. También hay apoyo escolar y distintos programas temporales como el tiro con arco que acaba de finalizar o la master class de moda que derivará en un Pase de Modelos que tendrá lugar el día 26 en el Centro Comercial Las Rotondas. De forma habitual, realizan también excursiones, preparan los carnavales o enraman las cruces, cuando toca.
Ahora están preparando la cena de Navidad que el año pasado contó con más de un centenar de comensales.
La vida no para en la asociación El Castillejo, donde el 85% de los participantes son mujeres. Una tendencia que se observa también en otras organizaciones similares.
Nina, Armando y Eva cuentan su experiencia con el objetivo de animar a otras personas que puedan sentirse solas, que experimenten sensación de miedo o vergüenza, a romper barreras y a acercarse a la asociación.
Un lugar de alegría, amistad y cariño. Un lugar donde “ahora soy feliz”, concluyen.
