Kennedy es entrenador de fútbol en La Peña de la Amistad, donde inspira a los jóvenes con su historia de superación. En una entrevista en el programa La Voz de Fuerteventura, de Radio Insular, relató cómo su motivación le llevó a dejar Nigeria y embarcarse en un contenedor rumbo a Fuerteventura. Estuvo a punto de alcanzar la cima, casi tocó el sueño, pero supo transformar la decepción y el dolor para enfocar su pasión en dar alas a quienes, como él, sueñan con jugar en un equipo de primera categoría.
Kennedy Onumaegbu lleva el fútbol en la sangre. Lo supo desde muy joven. Siempre le costó concentrarse en las clases de su colegio en Nigeria, su país natal, porque su verdadero sueño era jugar al fútbol. Afortunadamente, su familia, especialmente su madre, que era profesora, entendió su pasión y le dio alas. Así, antes de cumplir 18 años, Kennedy emprendió su viaje.
El primer destino fue Costa de Marfil, donde un tío suyo, empresario, pagó 500 euros para que Kennedy pudiera esconderse en un contenedor de mercancías y así comenzar su travesía.
Kennedy no recuerda muchos detalles del viaje, tampoco sintió miedo. “Era mi decisión, quería jugar al fútbol”, explicó durante la entrevista en Radio Insular. Al llegar a Fuerteventura, encontró una pequeña red de apoyo formada por familiares y conocidos. Pasó un tiempo en Puerto del Rosario, hasta que un tío lo acogió en Costa Calma, donde jugaba al fútbol siempre que podía. Pronto llamó la atención. “Me decían, ese negro sabe jugar”, recuerda con satisfacción. De ahí pasó al equipo Playas de Jandía y, poco después, al Puerto Cabras, bajo el apoyo de Benito Morales, a quien Kennedy le guarda un profundo agradecimiento.
El Club de Fútbol Vecindario lo fichó y su sueño comenzó a tomar forma. Ya tenía un hogar y un lugar donde mostrar su talento; partido tras partido, se preparaba con un objetivo claro: llegar a lo más alto.
Su gran oportunidad llegó cuando fue convocado para las pruebas de la selección española sub 21. Sin embargo, su ilusión se desvaneció. El club pagó una considerable cantidad a la Embajada de Nigeria para que Kennedy pudiera regularizar su situación administrativa y obtener el pasaporte, pero los documentos nunca llegaron.
No pudo realizar las pruebas, la liga comenzó, y Kennedy tuvo que volver a Fuerteventura.
Regresó a la isla, casi devastado, pero encontró una nueva motivación: ser entrenador. Desde entonces, ha dedicado su tiempo y energía a ayudar y motivar a los más jóvenes. “Me encanta enseñar a los niños, tanto a chicos como a chicas, y apoyarlos en su pasión por el fútbol”, afirma con una sonrisa el entrenador de La Peña de la Amistad.
El fútbol sigue siendo el motor de su vida, y aunque no pudo cumplir su sueño de jugar en la élite, Kennedy sueña ahora con ser ojeador y ayudar a otros a cumplir lo que él no pudo. “Quiero llevar a jóvenes a equipos grandes, como el Borussia Dortmund”, expresa con entusiasmo.
Hoy, Kennedy ha hecho de Fuerteventura su hogar. “Esta isla es mi vida; la gente me quiere mucho, y yo les devuelvo todo con mi amor por el fútbol”, concluye.
