El servicio municipal de apoyo psicosocial para la infancia, la adolescencia y las familias en Puerto del Rosario ha retomado su actividad tras cerca de cuatro meses de interrupción y una nueva licitación. En septiembre comenzaba su andadura la adjudicataria, Emocional Technology 22, la empresa que asume ahora un recurso que para muchas familias es “imprescindible” por su carácter gratuito, preventivo y de acompañamiento emocional.
La psicóloga Lola Ávila subraya que se trata de un servicio diseñado para familias “que están viviendo una situación de cambio”, desde separaciones y duelos hasta crisis evolutivas o dificultades asociadas a la adolescencia. No es un centro sanitario y, como recalca, “no hacemos intervenciones psicológicas de carácter clínico… no hacemos un diagnóstico”, pero sí un acompañamiento profesional que ayuda a transitar procesos complejos sin patologizar a los menores.
El terapeuta y trabajador social Felipe Morales explica que cualquier familia del municipio puede acceder, previa derivación de los centros educativos, del Servicio Canario de Salud o de los propios servicios sociales del Ayuntamiento. “Es un servicio de apoyo psicosocial… para personas que estén pasando puntualmente por una situación de dificultad”, insistió. Se trata, recordó, de un recurso preventivo y voluntario destinado a evitar que situaciones de malestar cotidiano evolucionen hacia problemáticas mayores.
Actualmente atienden a 23 familias, entre las derivaciones del antiguo prestador del servicio y las nuevas incorporaciones. Su metodología comienza con una entrevista inicial. “Establecemos un pequeño periodo de diagnóstico para ver qué es lo que le está pasando a la familia… y diseñamos, junto con la familia, un plan de intervención durante un periodo que prevemos que nunca supere, a priori, los 6-8 meses”, explica Morales.
Hablar, sana
La conversación evidenció una realidad que constata la necesidad de impulsar recursos en el ámbito preventivo. Ambos profesionales coincidieron en que la pandemia supuso un punto de inflexión en la valoración de la salud mental. Morales recalcó que se trata de un problema “de primer orden”, aludiendo a la información que les trasladan los centros educativos del municipio.
Las aulas permiten detectar de forma temprana comportamientos que alertan a docentes, orientadores y equipos directivos: dificultades de regulación emocional, impulsividad, estrés familiar o saturación emocional. No son necesariamente trastornos, explicó Ávila, sino situaciones que requieren acompañamiento: “No es cuestión de patologizar… pero sí de acompañarlos de la mejor manera posible”.
Muchas familias acuden cargadas de culpa o incertidumbre. Para Ávila, el primer paso es “cambiar la mirada”, comprender las etapas evolutivas y eliminar autoexigencias que generan sufrimiento innecesario.
Morales destacó la ausencia generalizada de espacios seguros para expresarse:
“Una cosa maravillosa… que previene un montón de enfermedades y problemas de carácter emocional, es tener un espacio de escucha, de diálogo, de paz, de tranquilidad, sin juicio”.
Ávila insistió en que “hablar sana”, y defendió la importancia de conocer cómo funciona el cerebro infantil y adolescente para interpretar determinadas conductas sin alarmismo: “Si conocemos el cerebro adolescente… podemos saber que aunque yo le diga tres veces lo mismo, esa inmadurez no está respondiendo porque responde a lo que es un adolescente”, apuntó.
Para concluir, Morales abogó por “escuchar más y hablar menos” y recordó la necesidad de recurrir a canales oficiales: “Este tema es demasiado importante para dejarlo… en manos de TikTok”. Ávila animó a las familias a acudir sin miedo: “Si están pasando alguna situación… que se acerquen al ayuntamiento… y que no tengan miedo”.
Un recurso gratuito, preventivo y cercano que busca fortalecer a las familias antes de que las dificultades emocionales se agraven.
