El juego del Pelotamano, originario de las culturas europeas, se introdujo en Canarias probablemente a través de los primeros colonizadores normandos o durante la llegada de los españoles en los siglos XV y XVI. El juego que se conserva en Canarias presenta muchas similitudes con una de las ramas del medieval jeu de paume.
La primera referencia documentada sobre este juego en las Islas Canarias data de 1616, cuando se menciona la venta de unas propiedades en Teguise (Lanzarote) relacionadas con la práctica de la pelota mano.
En Fuerteventura, Ramón Fernández Castañeyra hace mención del juego antes de 1887, describiendo las actividades festivas en la plaza que incluían luchas y juegos de pelota.
Tradicionalmente, el juego se practicaba en el tiempo libre, después de la misa dominical y durante las festividades locales. En la actualidad, se juega de forma ocasional como una actividad recreativa. La pelota mano es un deporte tradicional de cooperación y oposición que aún se practica en la isla de Lanzarote, conservando las antiguas formas del juego de pelota. También se tiene constancia de su práctica en otras islas como Fuerteventura, La Palma, Gran Canaria y en menor medida, Tenerife.
El juego involucra a dos equipos de cinco jugadores cada uno, aunque a veces pueden ser de cuatro o seis. Se juega en un espacio de tierra con dimensiones de aproximadamente 8-9 pasos de ancho y 60-70 pasos de largo, marcado solamente con líneas laterales y unas piedras llamadas “cabos de bote” en los extremos. En el centro, se encuentra la “raya de faltas”, una línea que indica la zona donde se cometen infracciones, y donde se lleva el registro del marcador.
Un elemento distintivo del juego es el “bote“, un dispositivo de madera con una loseta de barro en la parte superior, que se utiliza para hacer rebotar la pelota antes de ser golpeada con la mano para el saque. El bote se coloca en dirección opuesta al viento para facilitar el juego.
La pelota, de elaboración artesanal, tiene un diámetro de 45 a 47 mm. y pesa alrededor de 50 gramos. Está compuesta de un núcleo de tiras de goma recubierto de hilo de lana y, finalmente, forrada de dos piezas de cordobán (cuero de cabra curtido).
El juego de pelota mano presenta ciertas particularidades: no cuenta con un árbitro, siendo los propios jugadores responsables de resolver cualquier conflicto y llevar la cuenta de los puntos; además, no tiene un límite de tiempo definido, continuando mientras haya luz solar.
A pesar de ser una práctica que ha gozado de mucha popularidad durante siglos, en la actualidad se encuentra en peligro de extinción debido al reducido número de jugadores y su práctica cada vez más esporádica. Es urgente intervenir para preservar esta parte importante de nuestro patrimonio cultural. El Programa “No Olvides Lo Nuestro” del Cabildo de Fuerteventura se ha propuesto como uno de sus principales objetivos revivir este juego en la isla, promoviéndolo en centros educativos y organizando muestras, talleres y exhibiciones para fomentar su práctica.