Recibimos con agrado la visita de Diego Sánchez Rodriguez al estudio, recién llegado de Alborg donde recibió el Alas de Oro otorgado por Eurorsa en una ceremonia muy emotiva donde se conmemoraron los veinte años de servicio salvando vidas.
Fue una noche llena de emociones y recuerdos, confiesa emocionado, “especialmente de mi familia y amigos que han estado conmigo a lo largo de mi carrera…aunque algunos ya no están”.
Humilde y agradecido, explicó que recibir esta distinción “fue un homenaje no solo a mi trabajo, sino también al equipo de emergencia y salvamento de Canarias” con los que cubre Fuerteventura, Lanzarote, Lobos y La Graciosa.
Sin ellos, nada de esto sería posible, recalcó, poniendo de manifiesto el gran nivel que existe en este ámbito en Canarias ”.
La distinción representa un reconocimiento a 20 años de dedicación y sacrificio aunque la repercusión, confiesa, “ ha sido sorprendente, no esperaba tanta atención”.
Cuando echa la mirada atrás observa que desde pequeño siempre le gustó el mar. Tuvo la suerte de tener un profesor que era directivo de la Cruz Roja y mostraba a sus alumnos primeros auxilios. Así fue modelando el sueño de ser socorrista algún día.
Tras un accidente de tráfico se enteró de que el Gobierno de Canarias necesitaba rescatadores aéreos para un helicóptero en Fuerteventura. Presentó currículum, pasó las pruebas “y así, junto con otro compañero, inauguramos la base hace más de 20 años”.
Dos décadas en las que ha habido algunos momentos difíciles en los que, incluso, pensó en no poder volver a casa. Pero, “tenemos procedimientos de seguridad muy sólidos y un equipo excepcional que hace que nuestra profesión tenga el menor índice posible de accidentes”.
Apenas 24 horas antes de la entrevista, el equipo del helicóptero rescataba de las aguas a un joven de 14 años que se había zambullido en el mar en el litoral de Nuevo Horizonte. Una imprudencia que por poco le costó muy cara si no llega a ser por los profesionales de este pájaro de metal que sobrevuela la costa incansable.
Al inicio, Diego contaba las personas rescatadas pero fue hace mucho cuando perdió la cuenta. Así, desvela, sin darse ninguna importancia que han sido más de mil pues son también miles las imprudencias de la gente. En los últimos tiempos advierte, además, del peligro que suponen las redes sociales y el gusto por los selfies. Fotos atractivas por las que no merece la pena perder la vida, reflexiona.
El rescatador concluye la entrevista agradeciendo la creación de la asociación mundial de rescatadores que nació tras un accidente entre dos barcos en el Báltico que evidenció la necesidad de coordinar las acciones de los equipos de rescate de los distintos países participantes.
De esta manera se creó Eurorsa y ahora, cada dos años, y tras trascender las fronteras de Europa para proyectarse a nivel mundial, celebra un meeting donde se concentra más de un centenar de profesionales de primer nivel nivel, procedentes de más de una treintena de países, para competir en pruebas y compartir conocimientos sobre protocolos y, también, innovaciones tecnológicas.
Cuando Diego echa la mirada atrás observa que desde pequeño siempre le gustó el mar. Tuvo la suerte de tener un profesor que era directivo de la Cruz Roja y mostraba a sus alumnos primeros auxilios. Así fue modelando el sueño de ser socorrista algún día.
Ha sido Eurorsa la que le otorgó en 2014 las Alas de Plata y, diez años después, las Alas de Oro. Diego sabe que será su última distinción pues ya está próxima su jubilación.
Un tiempo de merecido descanso que le servirá para seguir dando respuesta a sus múltiples inquietudes, no exentas de riesgo, concluye sonriente.