La imagen que acompaña esta noticia fue capturada la mañana del lunes 6 de enero de 2025, en aguas próximas a Lanzarote, durante una operación de rescate llevada a cabo por Salvamento Marítimo. En ella, se observa a una mujer sosteniendo a su bebé recién nacido, con el torso desnudo, rodeada de hombres y mujeres que viajaban apiñados en una lancha neumática. La madre dio a luz durante la travesía marítima, en un intento desesperado por alcanzar las costas europeas junto a otras 60 personas de origen subsahariano.
El rescate fue realizado por el buque Guardamar Talía, que localizó la embarcación precaria a la deriva. Según Salvamento Marítimo, esta operación se suma a muchas otras que reflejan el drama humano que se vive en la ruta migratoria del Atlántico. La situación de la madre y su bebé, así como la de las decenas de personas que viajaban con ellos, evidencia el riesgo extremo al que se enfrentan quienes intentan llegar a Canarias.
Lanzarote, al igual que Fuerteventura y otras islas del archipiélago, se ha convertido en uno de los principales puntos de llegada en la ruta migratoria del Atlántico, considerada una de las más peligrosas del mundo. En 2024, más de 46.000 personas desembarcaron en Canarias tras cruzar estas aguas, según datos del Ministerio del Interior. Sin embargo, cada año cientos de vidas se pierden en el intento, una cifra que no alcanza a reflejar el sufrimiento humano tras estas travesías.
El bebé y su madre han sobrevivido al viaje y se encuentran bajo atención en un centro de acogida en Lanzarote. La fotografía de su rescate, divulgada por Salvamento Marítimo, se ha convertido en un símbolo de la desesperación y el coraje de quienes buscan un futuro mejor, a pesar de las adversidades extremas que enfrentan.
Son personas, como nosotros. Humanos que enfrentan circunstancias que los empujan a arriesgarlo todo por una oportunidad de vida. En ese bebé recién nacido hay una historia que debería movernos, no al prejuicio, sino a la compasión y a la reflexión.
El drama que encapsula esta imagen es un recordatorio de la necesidad urgente de establecer soluciones humanitarias efectivas para abordar la crisis migratoria en la región. Es también una oportunidad para reconocer la humanidad compartida y las historias individuales que, como esta, trascienden las estadísticas y nos interpelan como sociedad.