El IES San Diego de Alcalá vuelve a situar el teatro como herramienta de aprendizaje, reflexión y conciencia social con la puesta en escena de la obra Antígona en una habitación cualquiera; una propuesta escénica que fusiona a Sófocles y a Lorca para aterrizarlos en la realidad del siglo XXI y denunciar la violencia machista que todavía hoy sigue existiendo. El montaje, creado y protagonizado por alumnado de Artes Escénicas, regresará el próximo 17 de diciembre.
La directora de la obra, Miryam Fernández González, docente de Lengua y Literatura Dramática, explica que el proyecto nació del trabajo en clase pero evolucionó hacia una lectura crítica del presente. “La propuesta no solamente parte de la obra de Antígona… también hemos tenido en cuenta la obra de Lorca, La casa de Bernarda Alba”, relata, reconociendo que el proceso busca reflexionar sobre cómo los temas universales permanecen. “Seguimos teniendo miedo, seguimos teniendo dudas… hay violencia, no siempre tenemos una respuesta clara. La literatura nos salva muchas veces, es muy generosa”, subraya en una entrevista en el programa La Voz de Fuerteventura, en Radio Insular, donde ha participado junto a sus alumnas y actrices Daniela Rodríguez, Irene Sarabia y Paola Ramírez.
Las estudiantes destacan la potencia del cruce entre Antígona y La casa de Bernarda Alba. Daniela explica que la aparición del personaje de Adela ofreció un puente narrativo muy claro: “La vimos ideal para ese papel de mujer reprimida… y al final decidimos que se viese la liberación”. La mezcla, coinciden, les permitió “poner en práctica lo leído y darle una vuelta”.
En escena, Antígona emerge como símbolo de resistencia y autonomía. “Es una figura que hace lo que ella quiere, lo que siente que tiene que hacer… sin importar el resto”, dice Irene, subrayando el empoderamiento que transmite el personaje incluso “jugándose la propia vida”.
El trabajo no ha sido solo académico o artístico, sino también emocional. Paola Ramírez admite que interpretar estos textos les obligó a mirar hacia atrás para entender la vida de las mujeres en otras épocas, pero también hacia el presente. “Gracias a Dios han cambiado muchas cosas, pero siguen permanentes otras… hay cosas que no cambian”. El proceso escénico implicó además un reto actoral profundo. “Es difícil transformarte en el personaje… que la gente comprenda el mensaje”, reconoce Paola.
La obra aborda de lleno la violencia machista, lo que ha removido al propio alumnado. “Cuando estás actuando te tienes que poner en el lugar de esa persona… y no entiendes por qué permitiría todo eso”, reflexiona Paola. Irene añade: “Te vas haciendo pequeña y pequeña hasta acabar anulada… sigue pasando, y puede pasarte a ti la siguiente”.
Para Fernández González, ahí reside la fuerza del teatro. “Es ese estado sagrado, mágico, muy relacionado con la tragedia griega… que te remueve y te hace ver otra realidad”.
Las estudiantes invitan a toda la isla a asistir a la función. “La obra es muy intensa… está cargada de sentimientos”, dicen. Tanto, que en una de las representaciones una profesora terminó llorando, recalcaron. “Tiene que ser intenso porque hasta tú lo sientes, y la gente lo siente”. Tras la obra habrá diálogo con el público. “Pueden venir a hacernos preguntas… es muy bonita, muy emotiva”, concluyen.



