Manuel Benítez, artesano de la madera, recibe el Premio de Artesanía 2024 en la XXXV Feria de Artesanía. Charlamos en El Palique con él, de su vocación artesana y de las dificultades que enfrenta el sector en la actualidad.
Ejerce la carpintería desde los 14 años, pero fue hace 16 cuando se adentró en el mundo de la artesanía. “Empecé por casualidad. Hay cosas que uno tiene dentro y no lo sabe”, afirma. “Todo empezó como una broma. Hice un cuento, un frutero ovalado de un tablón que traje de la isla de El Hierro”. Y después de esa pieza vino otra, y otra, y otra… y así hasta hoy.
“Mi padre era marinero y mi madre trabajó el campo. Ella sí que tenía dotes artísticas, ella trabajaba la palma, la lana, bordaba… Era una verdadera artista, todo lo que se proponía lo hacía”, comenta con orgullo.
Cuando se le pregunta por la artesanía en la actualidad afirma que “tiene una gripe muy profunda que ya es prácticamente una pulmonía”. Afirma que quedan muy pocos y que la artesanía tradicional se está muriendo. “Dentro de diez años no van a tener a nadie a quien dedicarle un homenaje”, sentencia. Tiene claro que los oficios tradicionales se están perdiendo y considera que muchas veces falta apoyo real y efectivo por parte de las instituciones. “¿Qué es lo nuestro?”, pregunta, “mucho cartelito con lo nuestro, lo nuestro, pero ¿Qué es lo nuestro?”. Pues lo que se está perdiendo, se responde. “La cestería de caña y pírgano que existía en Fuerteventura y Lanzarote, por ejemplo, ya desapareció”.
Y no sólo es la falta de difusión y el desarrollo de iniciativas para fomentar el interés de nuevas generaciones que garanticen la supervivencia de los oficios tradicionales, sino también la dificultad añadida que conllevan otras cuestiones como, por ejemplo, conseguir materiales en Fuerteventura. “Aquí no hay monte para conseguir madera”, afirma Benítez. Pero resulta que “la majorera es la isla donde más canteras de arenisca blanca, y tampoco hay extracción”.
Agradecido por el reconocimiento que recibe en la XXXV Feria de Artesanía, afirma que su mayor satisfacción “es que cuando la gente viene y, aunque no compre, te dicen: qué bonito, o qué mano tienes”. El valor del trabajo artesanal, de cada pieza que es única, es lo que reivindica Manuel Benítez, así como la importancia de no dejar que nuestra identidad, esa que reside precisamente en nuestras tradiciones, se pierda con el tiempo.