El prestigioso fotógrafo majorero Carlos de Saá acaba de inaugurar su exposición “Años de Sal” en el Hospitalito de La Ampuyenta. Una muestra que contiene cerca de 300 instantáneas que captó entonces su lente de joven estudiante sobre escenas de fiestas en diversos pueblos o la Semana de la Juventud de Gran Tarajal. Una época que vivió fascinado al descubrir “ese amor de verano”.
Un idilio con la fotografía que perdura hasta hoy y que fue modelándose al calor de las sales de plata que lo rodearon en sus largos momentos en laboratorio que. De ahí precisamente viene el nombre de la exposición, tal y como desveló en una entrevista en La Voz de Fuerteventura, en Radio Insular, donde explicó el proceso de digitalización de estos reportajes que guardaba, en negativos, y que, gracias a Museos de Fuerteventura, ha recuperado.
Fueron tiempos en los que imaginaba ser fotógrafo de importantes periódicos; ilusionado por la fantasía cogía la cámara y recorría la Isla captando momentos que constituyen hoy una memoria colectiva. Lo hizo así hasta el año 1999 cuando recibió la llamada de La Provincia y esos recorridos se convirtieron en un trabajo, profesional y pagado. Para De Saá, el periódico ha sido una gran escuela a la que siempre estará agradecido.
Aprendió los fundamentos y mejoró su natural talento, su forma de ver y de captar la realidad que plasma.
Años después, empezó a trabajar para la Agencia EFE y sus imágenes comenzaron a dar la vuelta al mundo. The Guardian, The New York Times o The Washington Post se convirtieron en escaparate de su buen hacer y una buena fuente de orgullo por el trabajo bien hecho y reconocido.
Comenzó a ganar también premios, entre ellos el primer premio individual de fotografía documental y una mención especial por serie presentada en el certamen FotoNoviembre, en 2022. “Fue un sueño hecho realidad”, reconoció.
Precisamente, la muestra que se puede ver en La Ampuyenta incluye un folleto del certamen FotoNoviembre de 1997 con obra del fotógrafo William Klein sobre las calles de Nueva York. “Un trabajo que fue una de esas cosas que me pasaron y que me dejaron enamorado de la fotografía”, asegura desvelando la emoción que le produjo convertirse hace dos años el ganador del prestigioso certamen.
Durante la entrevista, Carlos de Saá también hace un balance de la evolución de la profesión en estos años en los que el impacto de la tecnología ha sido intenso. “La tecnología ha hecho que el fotógrafo tenga que esforzarse más para demostrar su valía”, recalca. Cualquiera puede hacer fotos con un móvil hoy en día, “pero lo que distingue a un fotógrafo profesional es su forma de ver el mundo y contar historias”. Por eso, recalca, sigue habiendo un espacio para trabajos fotográficos que aporten una mirada interesante y única.
Empezó a trabajar para la Agencia EFE y sus imágenes comenzaron a dar la vuelta al mundo. The Guardian, The New York Times o The Washington Post se convirtieron en escaparate de su buen hacer y una buena fuente de orgullo por el trabajo bien hecho y reconocido
Carlos de Saá vive el momento actual centrado en la formación constante. Confiesa que está aprendiendo y disfrutando de cada momento. Aprovecha el curso de proyectos fotográficos de autor que imparte Rafael Aroche en la Sala de Arte Juan Ismael y siente que está más vivo que nunca, generando espacios donde compartir con amigos “una cerveza y una buena conversación para hablar de fotografía en profundidad”.
En esta línea se marca los retos a futuro, “buscando formas de enriquecer la narración de mis trabajos” y manteniendo la pasión que lo ha caracterizado siempre.