Las Islas Canarias, al margen de su exuberante belleza natural y clima envidiable, guardan en su seno una rica herencia cultural manifiesta en diversas prácticas lúdicas tradicionales. Entre ellas, destacan el levantamiento del arado y el levantamiento y pulseo de piedras, actividades que no solo son testigos del pasado aborigen y colonial del archipiélago, sino que también celebran la fuerza y destreza de sus habitantes.
Las prácticas lúdicas de Canarias pueden clasificarse en función de su origen aborigen o colonial. Los pobladores canarios, de origen norteafricano, con culturas correspondientes a las actuales Marruecos, Sahara Español y Mauritania, mostraban una organización social y política incipiente en el momento de la Conquista. Sus juegos, vinculados estrechamente a actividades defensivas y utilitarias, se caracterizaban por la ausencia de cooperación. Las fiestas y juntas, como el Beñesmén o fiesta de la recolección, servían de escenario para estas demostraciones de fuerza y habilidad.
Levantamiento y Pulseo de Piedra
Ese tipo de práctica aborigen se concreta en juegos que han llegado hasta nuestros días como el Levantamiento de piedra: una prueba de fuerza en la que el individuo intenta levantar una piedra de elevado peso y en su estado natural hasta la mayor altura posible. En la modalidad de pulseo, la piedra no puede tocar el cuerpo, lo que añade un grado de dificultad. Esta actividad, habitual en el medio rural, servía para medir la fuerza de los trabajadores vinculados al manejo de piedras, como canteros y mineros. La primera referencia histórica data de 1594, por Fray Alonso de Espinosa quien, en sus crónicas, aludía a los pobladores de Tenerife y la piedra de los valientes en Arico.
Las piedras, irregulares y no tratadas, exigen una destreza particular. El levantamiento permite el contacto con el cuerpo, utilizando paradas en las rodillas, el pecho y un hombro, para luego elevarla lo máximo posible. El pulseo, en cambio, se considera más limpio, al no permitir que la piedra toque el cuerpo durante su elevación.
Levantamiento del Arado
El levantamiento del arado también entra dentro de los juegos psicomotores, aunque, al contrario que el de piedra, surge con la conquista del Archipiélago con la llegada de nuevos elementos para trabajar la tierra. Esta práctica, que surgió de la necesidad de trasladar los arados, consiste en elevar el arado hasta la posición vertical solo con los brazos, mantenerlo en equilibrio y luego descenderlo de forma controlada, realizando un giro de 360 grados antes de depositarlo en el suelo.
A principios del siglo XX, esta tradición seguía viva gracias a Matías Hernández, natural de Telde en Gran Canaria, y fue impulsada por José Rodríguez Franco, apodado “Faro de Maspalomas”, quien se convirtió en el levantador más famoso, creando escuela y perpetuando la práctica a través de sus descendientes.
Los arados, con medidas entre 4,25 y 4,75 metros y un peso que puede alcanzar los 100 kg con accesorios, están compuestos por varias partes: timón, cabeza, yugo, frontiles, guijada y reja. La habilidad para levantar y equilibrar estos pesados implementos agrícolas es un testimonio de la fuerza y destreza de los agricultores canarios.
Un Legado en Peligro
Hoy en día, estas pruebas de fuerza cuentan con pocos practicantes, limitándose a exhibiciones y muestras, con no más de media docena de participantes habituales. Sin embargo, su importancia cultural y antropológica es innegable. Los juegos tradicionales transmiten valores únicos, conocimiento de formas de vida propias, y un profundo respeto a la historia y entorno de un pueblo. Mantener viva esta herencia es fundamental para que la identidad y la cultura de las Islas Canarias no caigan en la desmemoria.
El levantamiento del arado y el pulseo de piedra no son solo ejercicios de fuerza, sino un vínculo tangible con el pasado, una celebración de la identidad canaria que merece ser preservada y celebrada por las generaciones venideras.