Vie, 22 noviembre
20.9 C
Puerto del Rosario

La pertinaz inflación, y las izquierdas domesticadas

Artículo de opinión, por Eloy Cuadra, escritor y activista social.    

Este lunes un compañero activista por la sanidad pública, médico de profesión, me remitía un artículo que empezaba tal que así:  La “izquierda neoliberal”, en su afán de “parecer normal”, ha terminado asimilando, asumiendo el lenguaje de la derecha, ha contaminado su análisis social y político con el de la derecha, desecha el análisis que asume la lucha de clases como el motor de la historia, como la confrontación entre trabajo y capital, entre poseedores y desposeídos. Y lo sustituye por el análisis reformista de un capitalismo con supuesto rostro humano. Poco más hace falta comentar, para entender la desafección galopante de buena parte de la gente con las supuestas izquierdas que se dicen estar con el pueblo. En cualquier caso, tratando de ser un poco más didáctico, voy a poner un ejemplo muy actual y práctico con el que se entenderá mejor. Empezando por el título escogido a propósito, con una inflación pertinaz que va camino de arruinarnos a todos, usada hoy como argumento perfecto, tal como usó Franco en su momento a esa pertinaz sequía de los años 40, con la que escondía su incapacidad para alimentar a los españoles. Pertinaz la sequía, como la inflación, y es posible que no hayan cambiado tanto las cosas, como tampoco ha cambiado mucho la presencia de las izquierdas combativas y revolucionarias, no estaban en tiempos de Franco porque se los cargaban, y no están ahora porque han sido domesticadas.

Pero dejémonos de retórica y vayamos con el ejemplo. Y creo que nada más actual, nada que nos duela más que esta inflación persistente, que se han empeñado en arreglar a base de fastidiar y empobrecer a la gente. Y es que ha pasado casi un año desde que el BCE comenzó a subir los tipos de interés con el supuesto objetivo de reducir la inflación, pero no funciona, y así van ya ocho subidas de tipos consecutivas, hasta el 4%, la cifra más alta de los últimos 15 años, con Lagarde diciendo que hay margen para más. En ese mismo lapso de tiempo, desde julio de 2022 hasta marzo de 2023, según el INE, los salarios han aumentado en España un 2,7%, en cambio los beneficios empresariales han ascendido hasta un 15,4%. En Canarias la situación es mucho peor, aquí el precio de los alimentos ha subido un 25% desde 2021 hasta la fecha, también según el INE, y hoy nos levantamos con el peor de los titulares: “La subida de intereses asfixia 63.000 familias canarias” (El Día). Creo que hay suficiente como para estar muy cabreados con las lamentables soluciones de nuestros políticos y administraciones, empecinados en hacernos la vida más difícil a la mayoría con este encarecimiento desmesurado de todo, cuando, como veremos a continuación, la culpa de la inflación no es nuestra. No es culpa de los ciudadanos y tampoco es culpa de la guerra de Ucrania -por si alguno lo estaba pensando-, pues el petróleo había subido una barbaridad en enero de 2021, y aún faltaban 13 meses para el comienzo del ataque, el gas subió a más del doble de su precio en los ocho primeros meses de 2021, y aún faltaban cuatro meses para la guerra, la vivienda viene subiendo sin parar como producto especulativo, especialmente en España, desde mucho antes de la guerra, y el trigo, por poner un último ejemplo, subió un 30% en el mercado internacional meses antes del conflicto armado. Podemos concluir por tanto que la inflación, o al menos esta primera escalada inflacionista, no la provocamos los consumidores, era una crisis de oferta generada por el parón de la pandemia, con la que jugaron como quisieron las grandes corporaciones e inversores potentes para maximizar beneficios, dado que son estos conglomerados empresariales los que controlan el mercado de la energía, las materias primas esenciales y la vivienda (Blackstone es el mayor casero de España). El problema es que esta inercia inflacionista de las grandes corporaciones ávidas de beneficios termina siempre por trasladarse al consumidor y todo acaba subiendo de precio, es entonces cuando los “sabios” neoliberales herederos de Milton Friedman que mandan en la Unión Europea deciden que hay que subir los tipos. Grave error, según muchos reconocidos analistas económicos no alineados con el establishment (Juan Torres, Yanis Varoufakis, Federico Aguilera), pues esta medida, dicen, sólo es efectiva cuando la inflación está provocada por un aumento real de la demanda de consumo de los ciudadanos, pero ese no era el caso, cómo hemos visto. El resultado, un incremento considerable de los beneficios empresariales y de los bancos. Gana la banca, siempre gana la banca, y, casualidad, otra vez perdemos los ciudadanos.

Hecha ya la correspondiente introducción sobre el asunto de la inflación, es hora de averiguar de dónde viene y señalar a los culpables y sus posibles soluciones, porque, algún culpable habrá y algo se podrá hacer, no vaya a ser como apuntan algunos analistas y tertulianos, que no hay solución posible, que el sistema está montado así y es lo que hay. Cómo no nos creemos eso, porque aceptarlo sería admitir que no hay nada más allá de este capitalismo salvaje, suponemos que esta deriva debe tener su origen en algún momento de nuestra historia reciente. En este punto, parece que hay un mínimo consenso entre los economistas libres que no están al servicio del capital, la mayoría apuntan al descontrol y la barra libre de dinero a los bancos que sobrevino tras la crisis del 2008.  Así las cosas, el ex ministro de finanzas griego Yanis Varoufakis -famoso por ser uno de los pocos que osó enfrentarse a la Troika Comunitaria-, en dos artículos recientes titulados Deja que los bancos ardan (marzo de 2023) y La inflación como juego de poder político salió mal (junio 2022), apunta al colapso financiero del año 2008 y sus “soluciones”, inyecciones abundantes de dinero desde los bancos centrales a sus sistemas bancarios vinculados, o como él mismo lo explica: “La política posterior a 2008 de severa austeridad para la mayoría y socialismo de estado para los banqueros.” (…) “Efectivamente, al crear enormes sobregiros para los banqueros con la falsa esperanza de que el dinero se derramara a la economía real, los bancos centrales causaron una inflación épica de los precios de los activos (apogeo del mercado bursátil e inmobiliario, la locura de las criptomonedas y más).”  En resumen, lo que Varoufakis y otros analistas nos dicen, es que tras la crisis del 2008 el acceso al dinero se puso mucho más complicado para los ciudadanos de a pie, pero fluyó a borbotones desde los bancos a los canales financieros al servicio de la especulación global, multiplicándose a un ritmo exponencial a la voracidad de los intervinientes. En este contexto, si nos vamos a la lista Forbes de hace unos meses, observamos cómo entre las empresas más grandes del mundo, la mayoría son entidades financieras, fondos de inversión o empresas que controlan algún monopolio estratégico, es decir, la mayoría son entramados que no producen básicamente nada, sólo especulan, y se enriquecen. El problema es que una vez enriquecidos no se contentan con guardar el dinero en una gran nave al estilo del Tio Gilito -el tío rico del Pato Donald-, se dedican a extender su dominio y capacidad de decisión a todos los sectores vertebradores de nuestras sociedades (sanidad, energía, vivienda, alimentación, transportes, educación, cuidados o medios de comunicación, entre otros). Luego es ahí dónde está el problema, en las propias reglas del sistema, que se esmeran mucho en fastidiarnos a los de abajo pero nada hacen por frenar o controlar el ansia de poder de todos estos dinosaurios financieros, cuando en realidad son ellos los que manejan y mueven la economía hacia la inflación sistémica que hoy sufrimos.

Visto ya dónde está el problema de fondo de la inflación que sufrimos, es razonable pensar que en el gobierno más progresista de la historia de España habrá gente que sepa de todo esto y asesore a Sanchez (PSOE) y a Yolanda (Sumar) para que muevan ficha contra multinacionales, monopolios y grandes financieras, al objeto de restarles un poco de poder o equilibrar en algo las reglas del juego. Pero nada de eso, la mayoría de medidas contra la inflación han pasado por ayudas, bonificaciones o rebajas puntuales de impuestos, sin ir al fondo del problema ni cambiar nada.  Así las cosas, tenemos el Ingreso Mínimo Vital, incluida su última subida del 15% de su importe, una ayuda necesaria, aunque aún le llega a muy pocas de las personas que lo necesitan por su situación, y puede provocar desincentivación laboral en el receptor, especialmente en sociedades con inestabilidad laboral y salarios bajos, prefiriendo algunos beneficiarios no incorporarse al mercado laboral por no compensar el escaso aumento de ingresos de un trabajo y la inseguridad posterior a perderlo y verse sin nada. También se aplicó la bonificación de veinte céntimos al carburante, una bonificación indiscriminada, tanto para el multimillonario que va en Rolls-Royce como para el precario que no tiene coche, animando de paso al consumo de combustibles fósiles contaminantes. Sin duda, no fue la mejor idea. Y hubo más ayudas y bonificaciones, a la industria, al campo, a la pesca y a los transportes, además de créditos ICO y avales a empresas, y bonificación del recibo de la luz, con el bono social eléctrico, rebaja del IVA al 10% y suspensión del impuesto a la generación eléctrica. Con respecto a la inflación vinculada a la subida descontrolada del precio de los alimentos, lo primero, un poco tarde, fue una rebaja del IVA de algunos alimentos básicos, con entrada en vigor el 1 de enero de 2023. También a principios de este año vimos a Yolanda Díaz intentar abanderar un tope a los precios de una cesta básica de alimentos en España, aduciendo que algunas grandes superficies y distribuidoras se estaban forrando, pero pronto le cayeron encima, incluso desde el mismo gobierno, para advertirle que en la Europa del libre mercado y la competencia no es posible topar los precios. Y Yolanda se arredró, dejando el asunto diluido en un “por favor” a algunas grandes cadenas alimentarias, rogándoles que bajaran el precio a algunos productos esenciales: las carcajadas debieron ser importantes entre los directivos de esas grandes empresas. Aún peor lo que se ha hecho para frenar la escalada imposible del precio de la vivienda, una cuestión gravísima que se ha abordado mal, sólo al final de la legislatura. Así, las viviendas de la Sareb, mayoritariamente públicas, aún siguen en manos de fondos buitre, con promesas y más promesas a futuro muy inciertas. Caso aparte la muy cacareada Ley de Vivienda que se centra básicamente en un límite temporal a la subida del alquiler que no sirve para nada y en complicarles las cosas a los propietarios, desincentivando así la puesta en alquiler de temporada en beneficio del vacacional, aún sin regular. Y todo ello sin tocar a la banca, ni a los fondos buitre, ni a los especuladores, ni a la vivienda vacía, ni a las mafias de paramilitares de la desokupación, ni hacer nada por descriminalizar a la ocupación, entre otros renuncios. Esto y poco más es lo que han hecho desde el gobierno más progresista de la historia contra la inflación (también ha dedicado 1.000 millones de euros a un Plan de Ciberseguridad para vigilarnos mejor, pero eso es otro artículo), no pudiendo contemplar como medidas tendentes a reducir la inflación dos impuestos extraordinarios del gobierno, uno a la banca y otro a las eléctricas, pues ambos impuestos están recurridos ante la Audiencia Nacional y al final acabarán repercutidos a los usuarios, lo cual provocará un lógico aumento de la inflación en lugar de un descenso. Hasta tal punto es así que el impuesto a la banca ha sido cuestionado incluso por la directora del BCE, la recurrente señora Lagarde, que invita a los bancos españoles a repercutir el coste del impuesto sobre los clientes, muy en contra del gravamen español.

En conclusión, lo que han hecho estas izquierdas domesticadas o pseudo izquierdas del PSOE y de Podemos con su ministra Yolanda, ese tan publicitado “Escudo Social”, han sido mayoritariamente ayudas y más ayudas, dinero de la caja pública con algunas rebajas fiscales y varios intentos tímidos y errados de meter mano al capital, con cero medidas contundentes que puedan cambiar un mínimo el modelo económico que sufrimos en España, de manera que la brecha entre capital y trabajadores, entre ricos y pobres cada vez es mayor. Y ello con un agravante añadido que nos alumbra un futuro aún más complicado, pues la Deuda Pública de España asciende ya al 113% del PIB, y en Europa los hombres de negro van directos a imponernos una reducción de hasta el 60% en los próximos pocos años, para lo que ya cuentan con la obediencia debida de los que mandan en España, ya sea el PSOE o el Partido Popular. ¿Imaginan en qué se va a traducir esta nueva temporada de recortes? Efectivamente, más tijeretazos a la sanidad pública, a la educación pública, a las pensiones y a todo lo que suene a cuidados públicos o coberturas sociales, convertido en pecado capital para los fanáticos del liberalismo económico.  Y en toda esta martingala de renuncios y bajadas de pantalones una pregunta nos vuelve: ¿dónde están las izquierdas combativas y anticapitalistas que deben abanderan las necesarias luchas de clases? Pues no la hay, lo que hay es Yolanda Díaz y un edulcorado proyecto llamado Sumar, que se presenta como muletilla del PSOE vendiéndonos básicamente las mismas motos que Sanchez, alerta antifascista, feminismo, greenwashing y poco más. Lo siento mucho, pero con esto solo no les llega, y lo que es peor, le están haciendo la campaña a la derecha y a la ultraderecha. Y aquí podría terminar el artículo, que bastante largo va ya, pero no estaría completo y se prestaría a más de una crítica, podrían achacarme que es muy fácil criticar y no tanto proponer. Así que, sin ánimo de soltar aquí un programa electoral alternativo, sí que voy a avanzar algunas ideas, por si quieren darle una vuelta.

Para empezar, lo primero que deberían hacer y no hacen es no mentirle a la gente, porque la gente, aunque ellos crean que es tonta, no lo es, y está generalmente bastante informada, no digo todos pero sí muchos de los que históricamente han buscado el voto en las izquierdas. Olvidan Yolanda y cía. que existen los medios de comunicación no alineados con el poder y las redes sociales, ya no es como antes, la gente se informa, y su discurso propagandístico falsario y acomplejado, más preocupado por ser correcto que por resolver los problemas reales, acaba por convencer a muy pocos. ¡Hay que romper el marco carajo!, cómo dirían en Sudamérica, donde por suerte aún saben muchos de qué va esto de la lucha de clases.
Otra cuestión básica que falta por hacer, o al menos plantear la batalla, dado que hemos visto que la causa de las desigualdades y el empobrecimiento generalizado de la gente gira bastante en el abuso de poder y posición dominante de grande monopolios, bancos y entidades financieras, es hora de que en España se empiece a dar la vuelta a buena parte de lo que se ha vendido, esto es, que el Estado sea también un agente económico con capacidad y no solo un gendarme mamporrero del capital. Una Eléctrica Pública, ¿por qué no? Francia la tiene, Italia también, otros países muy capitalistas la tienen. Una Banca Pública: Alemania, la locomotora capitalista de Europa, casualidad, tiene un fuerte sistema bancario público de carácter regional con el que se financian numerosos proyectos de interés comunitario, con una cuota de mercado que ronda el 24%. En Francia, la Caisse des Dépôts y la Banque Postale son dos entidades financieras públicas con mucho peso en el país. También hay banca pública en Suiza, en Italia, en Países Bajos, en Suecia, en Noruega y hasta en el ultraliberal Estados Unidos, con el caso paradigmático del Banco de Dakota del Norte, que ya imitan en una veintena de estados del país del Tío Sam. Entonces, ¿por qué en España no? Y tanto como en el sector energético o en el financiero en otro muchos sectores estratégicos podría España revertir la ola privatizadora que emprendieron los González, Aznar y compañía, que tiene al país a la cola de Europa en peso del sector público, y apenas supera el 2% (Italia o Francia tienen un 12%, Bélgica un 28%, y Finlandia un 45%, entre otros). ¿Qué decir de la vivienda?, urgentísimo que deje de ser un bien de especulación financiera y vuelva a ser un derecho y un bien fundamental, y esto sólo es posible plantando cara a los buitres que dominan el sector en España. Y por supuesto repartir la riqueza de manera más justa, con una reforma fiscal progresiva que exija más a los que más ganan, en lugar de repartir la pobreza con caridad como ha hecho hasta ahora… ¡el gobierno más progresista de la historia de España!  Es evidente que muchas de estas propuestas están a años luz de ser posibles en el estado actual de la política y la sociedad españolas, y de seguro contarían con la oposición frontal y el veto de los que mandan en Europa, pero es el único camino, todo lo demás es desigualdad, esclavitud y empobrecimiento. En definitiva, es urgente darle la vuelta al neoliberalismo dominante que todo lo inunda, con argumentos, con insumisión, y con lucha en las calles. ¿Ustedes ven a Yolanda Díaz y sus sumandos con interés y propuestas en esta línea, cuando ni siquiera hemos visto un programa y ya están los pactos y los sillones? En fin, por esto y por mucho más, es probable que no tengan mi voto esta vez, porque, como le leí a Gabriel Rufián hace una semana, “no se puede frenar a la derecha y a la ultraderecha de verdad, siendo una izquierda de mentira”, y cuanto más tardemos en hacer otras cosas, más difícil será.

Algunos artículos usados en este estudio:
Únete a nuestro canal de Telegram - Actualidad Insular
Recibe todas las noticias de última hora directamente en tu móvil:
Unirse al Canal

Te puede interesar

Otras Noticias

Redacción Radio Insular
Redacción Radio Insularhttps://radioinsular.es
Somos el equipo de redacción de Radio Insular Fuerteventura. Nuestro objetivo es ofrecer noticias precisas y oportunas sobre la isla y más allá, con un enfoque en la calidad y la objetividad. Contamos con periodistas apasionados dedicados a mantener a nuestra comunidad informada.

Últimas Noticias