La Fiscalía ha solicitado este miércoles una condena de 12 años de prisión para un padre acusado de violar a su hija, al menos siete veces, cuando tenía 10 años y en el verano de 2017, durante el mes de vacaciones que pasó con él en la casa de los abuelos paternos en Lanzarote.
En el juicio celebrado en esta jornada en la Audiencia de Las Palmas la acusación particular también ha reclamado la misma condena al tribunal, así como que se indemnice a la víctima con 50.000 euros por estos hechos que el procesado ha negado y por lo que la defensa reclama su absolución.
El procesado ha dicho que «jamás» violó o hizo tocamientos sexuales a la niña, ni a las otras tres hijas que tiene de una relación posterior, a las que tiene prohibido acercarse. El acusado ha indicado que la relación con su primera hija se mantuvo y fue normal hasta tres días antes de que presentara la denuncia contra él, inducida por su madre, al encontrar esta una libreta que la menor utilizaba como diario y en la que escribió las supuestas agresiones sexuales y relatos de crímenes y asesinatos en serie, y en la que también hizo dibujos macabros.
La víctima ha asegurado al tribunal que en el verano de 2017 su padre se comportó de forma «horrible». Primero comenzaron los insultos, después el castigo físico y por último el sexual, pero no lo contó porque el procesado le amenazaba con darle una paliza y porque además comenzó a desconfiar de la gente. Los insultos, los cachetes y los abusos ocurrían cuando estaban solos y sus abuelos dormían, y las agresiones sexuales empezaron primero por tocamientos y, pese a que le pedía que cesara, su padre no le hacía caso, ha relatado la hija del acusado, que ha mantenido que las penetraciones fueron en días distintos y más de diez veces.
Además, ha negado haber escrito en su diario relatos de miedo.
Los hechos fueron denunciados a la Policía por la madre y la menor, que entonces tenía 16 años. En la libreta, la niña relataba las agresiones que sufrió de su padre, además del acoso que le hacían en clase, según ha explicado la expareja del acusado al tribunal.
La madre de la víctima ha indicado que se separó del acusado cuando su hija tenía ocho meses y que el régimen de visitas con la niña se estableció a partir de los tres años, pero que la niña nunca quería ir con el padre porque decía que le pegaba, le gritaba y no le hacía caso, aunque ha reconocido que «por desgracia» no denunció esos hechos ni tampoco el estado de suciedad en el que se la entregaba el padre hasta que tuvo otra pareja.
Según la madre, desde el verano de 2017 no quiso volver con el padre, salvo en una ocasión para celebrar el cumpleaños de su abuela, y que su comportamiento cambió, se volvió más callada y retraída.
La segunda pareja del acusado y madre de las otras tres hijas del procesado, sobre las que tiene orden de alejamiento, ha declarado también que la otra hija del procesado no quiso volver a tener contacto con el padre después de ese verano, y que a la casa de sus abuelos, en la que vivía el imputado, solo volvió una vez por el cumpleaños de la abuela.
El policía que instruyó el atestado ha señalado que su madre denunció que había encontrado el diario de su hija y que llevó páginas pero que la libreta completa no la tuvieron nunca y que no entrevistaron a los abuelos porque la manifestación de la menor fue contundente y suficiente.
Tampoco se pusieron en contacto con su colegio porque desconocían que había sufrido ‘bullying’ y había sido tratada por trastorno por déficit de atención.
Las psicólogas forenses han defendido que el relato es válido y creíble, pese a ser indeterminado y a que apreciaron exageración en su sintomatología. No obstante, han referido que no pueden determinar el nexo causal de su sintomatología porque en la vida de la menor había otras vivencias traumáticas o estresantes y que sobre la credibilidad de los hechos se debe pronunciar el tribunal. La defensa ha pedido su absolución al considerar que lo que cuenta la víctima «no es creíble ni se mantiene en el tiempo, y su sintomatología no tiene que ver con una agresión sexual sino con el ‘bullying’ que sufrió desde los tres años en el colegio.