Una intervención de alto riesgo puso a prueba a los servicios de emergencia en Corralejo durante la mañana del viernes, 11 de julio. El Cuerpo de Bomberos de La Oliva accedió forzosamente a una vivienda ubicada en un complejo residencial del norte de Fuerteventura, donde encontraron el cuerpo sin vida de un vecino que padecía síndrome de Diógenes.
Los bomberos, alertados ante la posibilidad de que el residente estuviera en situación crítica, activaron el protocolo de emergencia y se equiparon con trajes de protección biológica y aparatos de respiración autónoma, ante la previsión de condiciones higiénicas extremas y potencialmente peligrosas.
Al acceder a la vivienda, sus sospechas se confirmaron: la persona había fallecido en el interior del apartamento, cuyo estado presentaba serios riesgos biológicos, estructurales y de salubridad. La escena obligó a desplegar medidas especiales de seguridad para proteger tanto al personal como a los vecinos del entorno.
El síndrome de Diógenes es un trastorno de salud mental que suele ir acompañado de aislamiento social, acumulación compulsiva de objetos y un grave deterioro de las condiciones de vida. Las personas afectadas, en muchos casos, rechazan la ayuda externa y permanecen ocultas durante largo tiempo, dificultando su localización y atención.
En la intervención participaron los Bomberos de La Oliva, un responsable de emergencias municipal y la Policía Local de La Oliva. Todos ellos trabajaron de forma coordinada para asegurar el área y gestionar el operativo con la máxima precaución.
Este caso pone de relieve la complejidad y el riesgo que enfrentan los servicios de emergencia en Fuerteventura cuando deben intervenir en situaciones relacionadas con personas en situación de vulnerabilidad o con enfermedades mentales no tratadas. También subraya la necesidad de una mayor vigilancia comunitaria y coordinación institucional para detectar a tiempo este tipo de casos y prevenir desenlaces fatales.
Aunque algunos casos son conocidos por los servicios sociales, la intervención no siempre es automática, y muchas personas permanecen en una espiral de abandono hasta que ya es demasiado tarde.




