Las fiestas ilegales parecen haberse convertido en el evento de moda en Fuerteventura, pero no todas las modas son buenas noticias. Este sábado, 11 de enero, una villa privada alberga la fiesta «PalmBeats» está ubicada en Calle Playa Santa Inés, nada menos que en pleno corazón del Parque Rural de Betancuria, un entorno protegido que, en teoría, debería estar libre de aglomeraciones, ruido y residuos. En la práctica, parece que se ha convertido en un destino «VIP» para quienes buscan una experiencia nocturna sin límites… ni permisos.
Exclusividad con riesgos incluidos
Con entradas que se vendieron por hasta 30 euros a través de plataformas online, y la dirección revelada solo a los compradores mediante grupos de WhatsApp, «PalmBeats» presume de secretismo, pero no de responsabilidad. Los organizadores, liderados por una persona conocida como «Sisi Carini», ofrecen una experiencia «única» que incluye música, bebidas y, probablemente, más de un exceso. Lo que no incluye el precio de la entrada son las garantías de seguridad, los controles sanitarios ni el más mínimo respeto por la legalidad o el entorno natural.
Y es que elegir una ubicación en una de las áreas protegidas más importantes de Fuerteventura no solo roza la irresponsabilidad, sino que cruza la línea roja del impacto ambiental. Desde la perturbación de la fauna hasta los residuos dejados atrás, el Parque Rural de Betancuria paga el precio más alto de esta «diversión exclusiva».
Cuando la música silencia las normas
No es la primera vez que eventos de este tipo generan preocupación en la isla. En las últimas semanas, Fuerteventura ha enfrentado un aumento de incidentes relacionados con fiestas ilegales, en Corralejo, Lajares y Morro Jable, muchos de ellos marcados por comportamientos irresponsables y la falta de control. En este caso, el Parque Rural de Betancuria, un espacio que debería ser un santuario de tranquilidad y respeto por la naturaleza, se ha convertido en un escenario improvisado para una noche de excesos.
¿Una moda que debe acabar?
Eventos como «PalmBeats» plantean serias preguntas sobre la convivencia y el respeto al entorno natural de Fuerteventura. Aunque los organizadores puedan considerarlo una «experiencia única», la realidad es que la naturaleza, la comunidad local y, en última instancia, los asistentes asumen todos los riesgos: desde accidentes y problemas de seguridad hasta daños irreparables al medio ambiente.
¿Qué dice la Ley?
La legislación española establece que la organización de eventos, incluso en propiedades privadas, requiere licencias específicas que garanticen la seguridad de los asistentes, el respeto al entorno y el cumplimiento de las normativas tributarias. Según la Ley de Espectáculos Públicos y Actividades Recreativas, cualquier actividad que implique concentración de personas, venta de entradas o música amplificada debe contar con autorización municipal, así como con medidas de seguridad como planes de evacuación, seguros de responsabilidad civil y control de aforos. Además, el uso de entornos naturales protegidos, como el Parque Rural de Betancuria, está regulado por normativas medioambientales que prohíben actividades que puedan dañar el ecosistema, generen residuos o alteren la fauna y flora locales. La ausencia de estas licencias no solo constituye una infracción administrativa, sino que, en caso de daños o riesgos para las personas, puede acarrear sanciones penales para los organizadores.
Los vecinos y visitantes debemos reflexionar sobre las consecuencias de participar en estas fiestas y siempre que posible colaborar con las autoridades denunciando estas actividades.