Las mujeres queseras en Canarias, que representan tan solo el 25,75 % del total de las titularidades de queserías (76 mujeres frente a 247 hombres), están cambiando su perfil profesional y cada vez se incorporan a la actividad más mujeres jóvenes con estudios universitarios.
Es una de las cuestiones que aborda un el estudio de la cátedra de Agroturismo y Enoturismo de la Universidad de La Laguna titulado “Acercamiento a la realidad de las mujeres en las queserías de Canarias” que ha sido presentado este miércoles en el Parlamento de Canarias por sus autoras, Ana María Morales y Anabel Calderín.
En su estudio, estas expertas han querido abordar cuál es el perfil de las mujeres queseras canarias, saber qué tipo de empresas tienen, cómo comercializan sus quesos, conocer sus estrategias de conciliación personal y familiar y, además, analizar sus debilidades, fortalezas, ventajas y desventajas.
Respecto a esos nuevos perfiles, Morales y Calderín han resaltado que la media de edad se sitúa en torno a los 47 años, y que las nuevas generaciones están apostando por la modernización del sector, lo que se traduce en una diversificación de productos de quesos y lácteos derivados, así como la promoción de actividades complementarias.
También se está dando, han agregado, una mejora de la raza animal a través de la selección genética, que permite obtener mejores rendimientos.
“Ganaderas hay muchas, pero queseras no tantas. La titularidad de las queserías es de mujeres es notoria: el 74,25 % son hombres y solo el 25,75 % mujeres”, ha dicho Morales, que ha especificado que el 85 % de las mujeres entrevistadas acceden a la titularidad de la quesería por herencia familiar, un legado heredado de hasta tercera generación y que se da principalmente por vía masculina.
Así, son los varones de sus familias, padres suegros o parejas, quienes una vez se jubilan o retiran ceden el testigo a mujeres queseras.
“Solo el 15 % de las mujeres entrevistadas acceden sin que haya legado familiar, lo que genera dificultades de capacitación e infraestructuras”, han resaltado las expertas, que han subrayado que generalmente las matriarcas de las familias nunca llegan a ser propietarias de las queserías, ya que siempre se opta por que coticen los hombres.
Las investigadoras han puesto de manifiesto el marcado carácter familiar de los negocios, especialmente los de pequeña o mediana dimensión, donde se da asimismo una baja representación de mujeres empresarias a todos los niveles.
Morales y Calderín han definido esa cultura empresarial como “de subrepresentación” que además está asociada a valores de cuidado y gratuidad en sus labores, “lo que se suele reflejar a que no suelen dar valor al trabajo que están haciendo”.
Respecto al tiempo de descanso y ocio de las mujeres queseras “suele ser escaso” porque también atienden a los animales y a su familia, y es frecuente que las mujeres hablen de dificultades y de poca accesibilidad a recursos de conciliación como guarderías o centros de personas mayores que les facilitaría un mejor desarrollo profesional.
De hecho, muchas veces recurren a sus propias madres para que les presten apoyo en las labores de crianza.
“Te levantas a las 4 de la mañana y te acuestas a las 10 o 11 de la noche. No hay horarios y combinas trabajo con familia”, señala una de las queseras en las entrevistas del estudio.
Las investigadoras también han apuntado que perviven desigualdades entre mujeres y hombres y han comentado que incluso existe un estereotipo físico ligado a las mujeres queseras, “que se masculinizan”.
“Hay un prototipo de belleza que no las considera dignas y capacitadas porque es una actividad solo de hombres”, han comentado.
En cuanto a propuestas de futuro, las expertas creen necesario que se aborde la profesionalización del sector quesero con perspectiva de género y que se acceda a servicios y recursos teniendo en cuenta la conciliación laboral, familiar y personal en zonas rurales.
También han pedido visibilidad para las mujeres profesionales del sector, sensibilización en igualdad de género, divulgar los beneficios de la titularidad compartida o fomentar la diversificación de la actividad.
“No solo se trata de elaborar quesos sino también de emprender otro tipo de actividades que les ayuden a ser más competitivas a la hora de enfrentarse a los embates de las crisis económicas, que afecta más a las mujeres”, han insistido.
También han considerado prioritario que haya una mayor presencia de mujeres en asociaciones, ya las principales están dirigidas por varones y, de ese modo, “la perspectiva de género se pierde y las mujeres dejan de tomar espacios públicos”. EFE