El Cabildo de Fuerteventura ha confirmado la presencia del insecto invasor Diocalandra frumenti en el palmeral de Ajuy, tras los resultados del monitoreo piloto realizado desde el mes de marzo a través del programa medioambiental ‘Fuerteventura, bonita por naturaleza’. Las trampas instaladas no han registrado, sin embargo, presencia de este coleóptero en otras zonas como Madre del Agua, Pájara y Buen Paso.
El seguimiento ha sido desarrollado por el Servicio de Obras y Maquinaria de la institución insular mediante la colocación de 20 trampas tipo Palm Rocket Tramp, reforzadas con feromonas y distribuidas en cuatro zonas (cinco por cada localización). En Ajuy, dos de estos dispositivos atraparon una veintena de ejemplares, lo que ha encendido las alarmas ante la posible expansión de esta especie, altamente nociva para los palmerales autóctonos.
La presidenta del Cabildo, Lola García, ha señalado que “es fundamental promover actuaciones que ayuden a determinar el alcance de los daños en una especie tan importante para la Isla”. Por su parte, el consejero de Obras y Maquinaria, Blas Acosta, ha recalcado que “con estos datos conocemos la realidad del problema y su zona de expansión, por lo que ya no hay excusas para tomar medidas correctoras que impidan el contagio”.
Este insecto, originario del sudeste asiático, ha causado graves daños en otras islas del archipiélago, como Lanzarote, donde la Consejería de Transición Ecológica del Gobierno de Canarias ha puesto en marcha un Plan de Control y Erradicación dotado con 4 millones de euros.
La iniciativa desarrollada en Fuerteventura tiene como objetivo certificar, mediante datos científicos, el estado de salud de los palmerales ubicados en el entorno del Parque Rural de Betancuria, catalogados como Zona Especial de Conservación (ZEC) y Zona de Especial Protección para las Aves (ZEPA). Para la instalación de las trampas se utilizaron pértigas telescópicas y escaleras forestales, con el fin de evitar daños estructurales en las palmeras durante el proceso.
El Cabildo valora positivamente que tres de los cuatro enclaves analizados hayan resultado negativos, si bien alerta sobre la necesidad de intensificar el control en Ajuy y áreas colindantes para evitar una expansión de esta plaga, que podría comprometer la biodiversidad del ecosistema palmero de la Isla.




