Las 4 leyes de la espiritualidad de Budha:
La primera ley dice:
“La persona que llega es la persona correcta”
es decir, que nadie llega a nuestras vidas por casualidad. Vosotros mismos lo habéis comentado en más de una ocasión con los pacientes de prácticas que os han tocado por ejemplo. Y es que, todas las personas que nos rodean, que interactúan con nosotros, están allí por algo, para hacernos aprender y avanzar en cada situación.
La segunda ley dice:
“Lo que sucede es la única cosa que podía haber sucedido”.
Nada, absolutamente nada de lo que nos sucede en nuestras vidas podría haber sido de otra manera. Ni siquiera el detalle más insignificante. No existe el “si hubiera hecho tal cosa hubiera sucedido tal otra…” No. Lo que pasó fue lo único que pudo haber pasado, y tuvo que ser así para que aprendamos esa lección y podamos seguir adelante. Todas y cada una de las situaciones que nos suceden en nuestras vidas son perfectas, aunque nuestra mente y nuestro ego se resistan y no quieran aceptarlo. Aunque nos duelan y nos hagan sentir Miedo, Rabia o Tristeza. Emociones, que ahora sabemos expresar y acompañar de manera sana y respetuosa para que puedan transformarse así en Amor, Poder y Alegría.
La tercera de las leyes dice:
“En cualquier momento que comience es el momento correcto”.
Todo comienza en el momento indicado, ni antes, ni después. Cuando estamos preparados para que algo nuevo empiece en nuestras vidas, es allí cuando comenzará. Cuando estemos preparadas para descubrir y enfrentarnos a lo que hasta ahora no nos permitían ver nuestros mecanismos de defensa, entonces sucederá. En eso consiste el proceso y la relación terapéutica. En saber acompañar a los pacientes a donde ellos necesiten. Al ritmo que ellos necesiten.
Y la cuarta y última ley nos dice que
“Cuando algo termina, termina”.
La mayoría de las personas damos por hecho, asumimos sin más, que el sol volverá a salir de nuevo cada mañana. En gran parte muchos incluso hemos perdido la maravillosa y necesaria actitud de asombro, absorbidos por nuestras rutinas y las preocupaciones diarias, tal vez pensando inconscientemente que dispondremos de todo el tiempo del mundo; esperando que las cosas mejoren en nuestra vida; que, cuando encontremos ese misterioso algo que sentimos que nos falta, la armonía llegará a nuestra vida; con la esperanza de que ese mañana sea mejor que el hoy, sin ser conscientes de que la vida es eso que pasa mientras esperamos un futuro mejor.
Del Libro: «Donde tus sueños te lleven» Javier Iriondo
Al final no son los años en nuestra vida lo que cuenta, sino la vida en nuestros años (Abraham Lincoln)