El coordinador general de Binter, Juan Ramsden, ha advertido este jueves contra la denominada “vergüenza a volar” por motivos medioambientales, ha defendido la “necesidad” que prima en los movimientos de los pasajeros y ha alertado de las consecuencias de este discurso para la economía de Canarias, dependiente del turismo.
Así lo ha expuesto durante una ponencia titulada “¿Vergüenza a volar?” Necesidad de volar” que ha presentado en San Bartolomé de Tirajana (Gran Canaria), donde Ramsden ha hecho un repaso al futuro del sector de la aviación y a los retos a los que se enfrenta la compañía, especialmente en lo referido a la descarbonización y los objetivos de la Unión Europea al respecto.
A juicio de Ramsden, el reto “real y práctico” de las compañías aéreas en el plano de la transición energética será económico, pues los costes de la descarbonización “serán muy importantes”.
Como ejemplo, ha señalado que solo el posible cambio en los tipos de combustible podría suponer un coste en los trayectos entre el continente europeo y Canarias “de al menos 100 euros, y de unos 50 euros en los vuelos interinsulares”.
“Si el coste va a ser de 100 euros por pasajero, en lo que va a repercutir eso es en un descenso de turistas muy importante y por tanto una reducción de los puestos de trabajo”, ha augurado Ramsden, que se ha mostrado poco optimista con la posibilidad de que Canarias logre finalmente estar exenta de la tasa verde que la Unión Europea ha esbozado para los trayectos en avión.
“Los 16 millones de turistas que vienen, si no viniesen en avión, no podrían venir y con ello se dejaría de desarrollar la economía canaria”, ha insistido.
Sobre el cambio de modelo hacia otros combustible, el coordinador general de Binter ha dicho que “no existe una solución a corto plazo” y ha aludido a los problemas logísticos de mover, por ejemplo hidrógeno, “mucho más difícil y caro que el queroseno” y que, en principio, obligaría a reducir el número de pasajeros y, por tanto, repercutiría en los precios al alza.
“Los científicos en la crisis del petróleo advirtieron que esto se iba a acabar y se estudiaron otras cosas, pero seguimos muy lejos de nuevos modelos”, ha esgrimido Ramsden, que en cualquier caso se ha mostrado confiado en que la ciencia haga su trabajo y aparezca algo “verdaderamente disruptivo”.
Por otro lado, se ha referido a los “impuestos a los billetes” que se han esbozado en algunas ocasiones por parte de las administraciones europeas.
“Parece que lo que quieren, aunque no lo dicen, es que la gente viaje menos y se emita menos CO2. Pero si alguien tiene que trabajar o ir al médico, eso no se puede reducir”, ha insistido Ramsden, que ha defendido que la aviación “emite mucho menos dióxido de carbono que el transporte por carretera” y aún menos que otros sectores como la agricultura o la generación de basuras.
Así, ha subrayado que el transporte aéreo supone únicamente el 1,9 % de la emisión de CO2, por lo que ha reivindicado que “no se avergonzará de volar” porque, simplemente, no le queda “más remedio”.
Ramsden también se ha referido a las acciones que su empresa está tomando para reducir su huella de carbono, algo que los pasajeros “ya demandan” y que abordan a través de la mejora en la eficiencia de los aviones, la reducción de la contaminación acústica o de la duración de los vuelos.
También ha recordado que cuentan con una flota logística en tierra, como los tractores que transportan equipaje, que es eléctrica o que desde hace años han reducido el uso de plásticos por materiales más ecológicos.
Por último, Ramsden ha indicado que Binter ya trabaja y estudia qué aviones reemplazarán la flota actual, con incluso algunos modelos que funcionarían hasta con seis motores y a base de hidrógeno verde, pero ha dicho que se trata de una cuestión lejana, que no será posible abordar hasta dentro de 15 o 20 años. EFE