Los datos revelan un total de 44 delitos registrados en toda la isla en comparación con los 28 del año anterior. En el desglose por tipo, las agresiones sexuales con penetración pasaron de 1 a 5, un alarmante aumento del 400%. Por su parte, los “resto de delitos contra la libertad sexual” subieron de 27 a 39, un incremento del 44,4%.
Puerto del Rosario, en el foco del incremento
La capital insular lidera las estadísticas con un crecimiento del 155,6% en los delitos contra la libertad sexual, al pasar de 9 a 23 casos. De estos, 3 corresponden a agresiones sexuales con penetración, categoría que en 2023 no registró incidencias. Por otro lado, los delitos categorizados como “resto de delitos contra la libertad sexual” aumentaron de 9 a 20, un 122,2%.
La Oliva y Pájara: contrastes en las cifras
En La Oliva, los delitos totales aumentaron de 3 a 7, un crecimiento del 133,3%. Aunque en 2023 no se registraron agresiones sexuales con penetración, en 2024 hubo un caso. El resto de delitos subieron de 3 a 6, lo que refuerza la tendencia de crecimiento general.
En Pájara, sin embargo, la cifra total disminuyó ligeramente, pasando de 9 a 8 delitos, lo que supone una reducción del 11,1%. A pesar de esto, se registró una agresión sexual con penetración en 2024, mientras que el resto de los delitos descendieron de 9 a 7.
Antigua, Tuineje y Betancuria: una leve mejora
Los municipios con menos de 20.000 habitantes, agrupados como “Otros Municipios” en este estudio, mostraron una disminución del 14,3% en el total de delitos contra la libertad sexual, pasando de 7 en 2023 a 6 en 2024. En esta categoría, no se reportaron agresiones sexuales con penetración en 2024, frente a un caso en el año anterior. El resto de delitos permanecieron constantes en 6 casos.
Un desafío estructural y social
El aumento de los delitos contra la libertad sexual en Fuerteventura pone de manifiesto la necesidad de abordar este problema desde diferentes frentes. Por un lado, los datos reflejan que la violencia sexual no es solo un tema aislado de las grandes ciudades; incluso en los municipios menos poblados, aunque los números sean menores, el impacto en las víctimas es igual de devastador.
Puerto del Rosario, como núcleo poblacional más grande, se posiciona como el centro del problema, pero también como el lugar donde pueden concentrarse mayores recursos para combatirlo. Sin embargo, los aumentos registrados en La Oliva y la persistencia de casos en Pájara demuestran que el fenómeno no tiene fronteras y exige respuestas equitativas en toda la isla.
El descenso en Antigua, Tuineje o Betancuria, aunque positivo, podría no ser necesariamente una mejora, sino un reflejo de las barreras que enfrentan las víctimas en áreas más rurales para denunciar. Según expertos, la falta de recursos, apoyo comunitario y accesibilidad a servicios especializados puede estar enmascarando la realidad en estas localidades.
Este panorama requiere un enfoque integral que combine la acción inmediata con estrategias a largo plazo. Las autoridades locales deben priorizar la implementación de políticas que refuercen la seguridad, la prevención y la sensibilización en todos los sectores de la población. Campañas educativas en escuelas, programas de formación para agentes sociales y un acceso garantizado a servicios de apoyo a las víctimas son elementos fundamentales en este camino.
Pero más allá de las políticas, los majoreros tiene el desafío de construir un entorno donde las víctimas sientan que pueden hablar sin miedo y donde la denuncia sea un primer paso hacia la justicia, no una carga adicional.
En un día como el 25N, estos números no deben ser solo estadísticas. Detrás de cada caso hay una persona, una historia y un grito por ayuda. Combatir esta realidad requiere un compromiso colectivo: escuchar, actuar y garantizar que la violencia sexual no tenga cabida en nuestra sociedad.