Los problemas de salud mental en la adolescencia española presentan cifras alarmantes. Un estudio coordinado por la Universidad Rey Juan Carlos (URJC) y la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), con apoyo del Observatorio Social de la Fundación “la Caixa”, ha revelado que casi uno de cada cinco adolescentes de entre 14 y 17 años (19,8 %) ha considerado el suicidio, y un 15,7 % afirma haberlo intentado en el último año.
El informe, publicado en Frontiers in Psychology y en un documento abierto de la URJC, combina metodologías cuantitativas y cualitativas, con una muestra estatal de 806 adolescentes y otra adicional de 228 adolescentes LGTBIQ+. Los resultados son contundentes: un 29,3 % admite haber realizado conductas autolesivas, de los cuales el 10,5 % reconoce pensar frecuentemente en ello. Asimismo, un 14 % se encuentra en episodios de depresión grave moderada y un 6,6 % en depresión severa.
La situación es especialmente dura en el colectivo LGTBIQ+, que muestra niveles significativamente más altos de depresión, ideación suicida y autolesiones. El 62,3 % de estos adolescentes declara haber pensado en quitarse la vida y el 28,7 % asegura haberlo intentado. Además, seis de cada diez afirman haber recibido insultos o motes por su identidad y cuatro de cada diez han sufrido bullying.
La investigación también detecta diferencias de género: las mujeres cis y las personas no binarias presentan mayores tasas de depresión e ideación suicida que los varones cis.
Entre los factores protectores identificados, el más potente es la conexión familiar, entendida como el sentimiento de pertenencia, seguridad y cuidado. Dos de cada diez adolescentes afirman que su casa no es un lugar seguro, lo que se asocia directamente con mayor riesgo de depresión y suicidio. La conexión con la escuela y la percepción de apoyo de profesores y compañeros también emergen como determinantes.
El estudio concluye que las relaciones saludables con iguales, la existencia de entornos inclusivos y la reducción de situaciones de violencia o exclusión son claves para proteger la salud mental juvenil.
En territorios como Canarias, donde las tasas de salud mental juvenil preocupan a las instituciones sanitarias y educativas, estos resultados adquieren una especial relevancia: muestran la urgencia de reforzar las políticas públicas y comunitarias de acompañamiento, especialmente en islas no capitalinas como Fuerteventura, donde los recursos de atención psicológica siguen siendo limitados.
