La asociación medioambiental Limpiaventura, fundada por Alina Kunz en enero de 2015, conmemora una década de trabajo incansable por las costas de Fuerteventura enfrentándose a cifras alarmantes: las playas de la isla registran concentraciones de microplásticos de hasta 121 gramos por metro cuadrado, situándose entre las más contaminadas de España. A pesar de haber retirado más de 24 toneladas de residuos en 2023 y contar con el reconocimiento del sector turístico majorero, la organización opera con un presupuesto mensual de apenas 300 euros, dependiendo exclusivamente de donaciones privadas y la venta de merchandising.
La paradoja es evidente: mientras el Cabildo Insular otorgaba a Limpiaventura una Mención Especial en los Premios de Turismo Distinguido 2024 el pasado septiembre, la asociación nunca ha recibido una subvención pública en sus diez años de existencia. «El cambio empieza dentro de cada persona», afirma Kunz, cuya filosofía personal se transformó en acción colectiva después de un encuentro submarino con una tortuga afectada por microplásticos. Lo que comenzó como una iniciativa de tres amigas paseando perros por la playa Bristol, hoy moviliza a 85 voluntarios regulares y hasta 200 participantes anuales en las limpiezas dominicales.
El 80% de la basura marina proviene de barcos, no de turistas
Contra la percepción popular, el análisis de los residuos recogidos por Limpiaventura revela que el 80% proviene de embarcaciones: redes de pesca, contenedores, boyas y aparejos abandonados. Solo el 20% restante corresponde a basura dejada por visitantes y residentes. Esta proporción coincide con estudios científicos que señalan que las redes fantasma constituyen el 10% de toda la basura marina global, y que en el Gran Parche de Basura del Pacífico, el 46% del contenido son aparejos de pesca.
La situación es especialmente crítica en Fuerteventura, donde investigaciones recientes del proyecto IMPLAMAC han identificado la playa de Caletillas en Puerto del Rosario como un nuevo «punto caliente» de microplásticos, con concentraciones de hasta 6.741 partículas por metro cuadrado. El archipiélago canario se ha convertido en una zona de acumulación natural debido a las corrientes del Atlántico Norte, con registros que oscilan entre 800 y 8.800 partículas por metro cuadrado durante los monitoreos de primavera.
«Hemos encontrado de todo: motores de barcos, un jacuzzi de un barco, mensajes en botellas, e incluso una patera completa», relata Gerardo Yánez, coordinador de comunicación de Limpiaventura. Pero lo más preocupante son los hallazgos microscópicos: «Cuando abrimos los estómagos de los peces, encontramos microplásticos. Está en toda la cadena alimentaria».

Una red de colaboraciones que suple la ausencia de fondos públicos
Ante la falta de apoyo institucional, Limpiaventura ha tejido una red de colaboraciones con el sector privado y otras organizaciones. Lavandería El Cardón, la mayor lavandería industrial de Canarias con más de 320 empleados, proporciona vehículos para las actividades. La empresa familiar, comprometida con prácticas ambientales responsables, forma parte de una tendencia creciente de empresas locales que apoyan iniciativas medioambientales como parte de su responsabilidad social corporativa.
La asociación también colabora con Clean Ocean Project, una ONG veterana con 23 años de experiencia que ha movilizado a más de 1.000 voluntarios y retirado más de 100.000 kilos de basura de las costas majoreras. Su iniciativa «Playa Pallet» ha instalado más de 30 contenedores de madera reciclada en las playas de la isla para facilitar la recogida diaria de residuos. Además, Academia Kunz, el centro de idiomas fundado por la propia Alina en Corralejo, sirve como sede operativa y punto de encuentro para las actividades educativas.

El contraste con otras regiones es llamativo. Mientras que en Canarias existen múltiples fuentes de financiación disponibles –desde los fondos FEDER europeos hasta el programa LIFE, pasando por subvenciones del Gobierno regional para proyectos de sostenibilidad–, organizaciones como Limpiaventura enfrentan barreras burocráticas insalvables. «La complejidad administrativa, los requisitos de documentación electrónica y las ventanas temporales limitadas hacen casi imposible que pequeñas ONGs accedan a estos fondos», explican expertos en financiación del tercer sector.
Los microplásticos ya están en nuestra mesa
Los datos científicos son contundentes: el 98,9% de las muestras de productos del mar analizadas contienen microplásticos, y se estima que cada persona consume entre 78.000 y 211.000 partículas anualmente. En las aguas canarias, investigadores del Instituto Español de Oceanografía (IEO-CSIC) y la Universidad de Las Palmas han documentado concentraciones medias de 998.000 partículas por kilómetro cuadrado en aguas superficiales.
Múltiples proyectos de investigación activos en la región –IMPLAMAC, DeepPLAS, MICROAD– están documentando no solo la presencia de estos contaminantes, sino también su carga química: se han identificado 81 compuestos químicos diferentes en los microplásticos de Canarias, incluyendo pesticidas organoclorados en niveles entre los más altos reportados globalmente. Estudios recientes vinculan la exposición a microplásticos con mayor riesgo de infarto, accidente cerebrovascular y trastornos neurológicos.
«Los microplásticos actúan como esponjas que absorben contaminantes del agua y luego los liberan en los organismos que los ingieren», explican investigadores del grupo QUIMA-IOCAG de la ULPGC, con 24 años de experiencia en química marina. La bacteria Vibrio alginolyticus, encontrada colonizando microplásticos en aguas canarias, representa un riesgo adicional para especies marinas y acuicultura.
El futuro del voluntariado ambiental en la isla
A pesar de los desafíos, el movimiento de voluntariado ambiental en Fuerteventura muestra signos de crecimiento. Además de Limpiaventura y Clean Ocean Project, organizaciones como AVANFUER (centrada en la protección de la Reserva de la Biosfera) y capítulos locales de Surfrider Foundation movilizan a cientos de personas. La integración del eco-voluntariado con el turismo sostenible está creando nuevas oportunidades, con plataformas como Worldpackers facilitando la participación de visitantes internacionales.
Los datos globales respaldan esta tendencia: el 60% de las empresas ofrecen ahora tiempo pagado para voluntariado, y el 47% de las organizaciones sin ánimo de lucro reportan más de 250 voluntarios activos, superando los niveles pre-pandemia. En Fuerteventura, donde 15,2 millones de turistas visitaron Canarias en 2024 (6,9 veces la población residente), el potencial para involucrar a visitantes en la conservación marina es enorme.
«Cada domingo nos reunimos en las playas del norte. Proporcionamos bolsas y guantes, organizamos juegos para los niños, y terminamos con un picnic comunitario», describe Yánez. La asociación también visita colegios con su programa «Jurella va a las escuelas», educando a estudiantes de 4 a 17 años sobre la contaminación marina a través de cuentos y talleres creativos.
Diez años no son suficientes
Mientras Limpiaventura celebró su décimo aniversario este 8 de enero, las cifras hablan por sí solas: con un presupuesto anual de apenas 3.600 euros (de los cuales solo 1.020 provienen de las cuotas de socios), la asociación gestiona la limpieza sistemática de la costa desde Montaña Roja hasta Gran Valle. El contraste con proyectos como Gorona del Viento en El Hierro, que recibió 64,5 millones de euros en financiación mixta público-privada, ilustra la disparidad en el apoyo a iniciativas ambientales.

«No pedimos millones», aclara Kunz. «Con apoyo institucional básico podríamos multiplicar nuestro impacto. Mientras tanto, seguiremos demostrando que el mundo cambia con tu ejemplo, no con tu opinión«. La asociación mantiene activas sus vías de colaboración: WhatsApp (+34610013424), redes sociales (@limpiaventura) y su cuenta bancaria en Banco Sabadell para quienes quieran contribuir a que los próximos diez años sean más efectivos que los primeros.
La realidad es innegable: mientras las administraciones celebran premios y reconocimientos, 394 puntos de vertido de aguas residuales (278 de ellos ilegales) siguen contaminando las costas canarias, y cada marea trae nuevos residuos que voluntarios como los de Limpiaventura retiran sin más apoyo que su propia convicción. En una isla donde el turismo genera cuatro veces más residuos que la población local, la labor de estas organizaciones no es solo necesaria: es imprescindible para la supervivencia del ecosistema marino del que todos dependemos.




