El Carnaval de Puerto del Rosario 2025 ya ha comenzado oficialmente, y lo ha hecho con un pregón que pasará a la historia como un vuelo lleno de turbulencias, ironía y carcajadas. En el Auditorio Insular, un grupo de carnavaleros de la calle tomó el escenario para dar el pistoletazo de salida con un espectáculo en el que la sátira y el costumbrismo majorero se dieron la mano. Desde las dificultades para organizar el Carnaval hasta los problemas con el agua del chorro, todo tuvo su momento bajo los focos.
La noche comenzó con la presentación de las candidatas a los diferentes títulos nobiliarios del Carnaval: reina infantil, reina adulta y, como novedad de este año, gran dama. El regreso de estos concursos tras más de una década sin celebrarse fue anunciado como un logro, aunque más de uno en el público se preguntó si en realidad lo que había sido un reto era encontrar patrocinadores suficientes para vestir a las aspirantes con sus fantasías. Con nombres tan sugerentes como Mis juegos olvidados o Desde lo más profundo, algunas parecían más bien títulos de películas de autor que disfraces de carnaval.
Acto seguido, se pasó al momento protocolario, con las autoridades subiendo al escenario como si fueran los protagonistas de la gala. Doña Lola García, presidenta del Cabildo, el alcalde David Ebera y la concejala de festejos Tacoremi Gutiérrez entregaron un «detalle» a los pregoneros, aunque lo verdaderamente jugoso de la noche llegaría poco después.
Un vuelo con calima, gofio amasado y agua… si sale
Si alguien esperaba un pregón tradicional, se equivocó de puerta de embarque. En su lugar, lo que se vivió en el auditorio fue una parodia convertida en pregón, con un piloto que anunciaba un vuelo con destino a «cualquier carnaval mejor organizado». Eso sí, con una advertencia clara:
«Lo más probable es que este vuelo no salga. Habrá calimas seguro.»
Y si el caos aéreo no fuera suficiente, el menú del vuelo tampoco ayudó a calmar los ánimos. Los asistentes fueron «obsequiados» con una carta en la que destacaban productos locales como el gofio amasado, los higos pasados y una amplia selección de rones para quienes necesitaran anestesiarse ante las sorpresas de la noche. Pero el verdadero momento estelar llegó cuando el servicio de bebidas incluyó una oferta exclusiva: agua del chorro… si sale. Un chiste que arrancó carcajadas y murmullos cómplices entre el público, porque en Fuerteventura, el agua es más impredecible que el clima en febrero.
Y mientras los pasajeros de este vuelo ficticio se preguntaban si la calima permitiría el despegue, otro dardo llegó directo a la política local:
«El alcalde está en el chasis, problema no tiene casi,
se está limando la zarpa para ayudarnos con la carpa o para pedirnos un taxi.”
Porque si algo ha quedado claro en los últimos días, es que el Carnaval ha tenido más obstáculos que un coche en una rotonda de Puerto del Rosario. Y encontrar una carpa no ha sido tarea fácil.
«¿Por qué no hay un famoso?»
Uno de los momentos más ácidos de la noche llegó cuando un pregonero interrumpió el espectáculo con una pregunta directa al Ayuntamiento:
«¿Por qué cada vez que no hay un pregonero de fuera, terminan tirando de la gente del pueblo?»
La cuestión, planteada con tono jocoso, escondía una verdad incómoda: mientras otros municipios fichan a artistas reconocidos para sus pregones, en Puerto del Rosario los carnavaleros de la calle terminan asumiendo el papel de embajadores de la fiesta. Lo que para algunos es un gesto de identidad y orgullo, para otros es una muestra más de la falta de recursos (o de voluntad) para traer un rostro conocido.
El momento quedó en el aire, sin respuesta oficial, aunque con un «tome nota» lanzado desde el escenario con la promesa de que quedaría registrado. Claro, con «boli gordito y permanente», para que no se borre tan rápido.
De las «ex Cuevas» al Tablero Ferial
El pregón también tuvo su cuota de historia y reivindicación. Se recordaron los tiempos en los que el Carnaval en Puerto del Rosario era casi clandestino, cuando las mascaritas necesitaban DNI para entrar a los bailes y solo había dos sitios donde disfrazarse sin problemas: el Casino de los ricos y el Unión Puerto.
Pero quizás la mejor lección de historia fue la explicación sobre el cambio de nombre de la Plaza de las Cuevas, que ahora no tiene cuevas pero sigue llamándose «ex Cuevas». Porque en Puerto del Rosario, lo de cambiar nombres sin sentido es casi una tradición.
Y no faltaron referencias al recinto ferial, ahora rebautizado como «Tablero Ferial», con versos que dejaban claro que, aunque el Carnaval sigue en pie, no siempre lo hace en las mejores condiciones:
«Nos cambiaron el recinto, nos cruzaron la avenida,
verbena y amanecida, casi igual, pero distinto.”
La Murga Fregonera: más sátira que concurso
Si algo quedó claro tras la noche, es que la ausencia de un concurso oficial de murgas no ha impedido que la crítica siga viva. La Murga de los Pregoneros improvisó su propio repertorio, alternando entre la alabanza y el palo, con letras que repasaban todo lo que ha dado de sí la organización del Carnaval.
Desde la falta de concursos hasta el eterno debate de por qué solo hay dos murgas en Puerto del Rosario, pasando por una versión musical que dejaba claro que los jóvenes prefieren Instagram a los cubanitos, hubo para todos los gustos.
Y como no podía ser de otra forma, el pregón terminó con una advertencia en forma de castigo para todos los carnavaleros:
«El juez que sea febrero
y que los carnavaleros
cumplan todo su castigo,
a esta pena les obligo:
10 días de festival
con derecho a vacilar
y a bailar…
¡Ha llegado el Carnaval!»
La pregunta ahora es: ¿será este el año en que alguien consiga un taxi en pleno mogollón?