Vie, 5 diciembre

1955: el año en que la Virgen del Carmen llegó a Morro Jable

Setenta años de fe marinera contados por quien la siente desde el alma: Marcial Arocha Rodríguez, vecino, hijo y nieto de marineros y devoto

En Morro Jable, cuando la marea sube y el viento sopla desde el sur, las olas parecen traer consigo algo más que salitre. Traen memoria. Y si hay alguien que ha sabido escuchar lo que el mar murmura desde hace décadas, ese es Marcial Arocha Rodríguez, hijo y nieto de marineros, vecino de toda la vida y devoto fiel, Marcial guarda una historia que no está escrita en los libros, pero sí en las entrañas del pueblo: la llegada de la Virgen del Carmen a Morro Jable en 1955.

Un pueblo sin iglesia, pero con fe

Hasta comienzos de los años cincuenta, Morro Jable no contaba con una iglesia. La espiritualidad del pueblo marinero se sostenía en la intimidad de los hogares y en la inmensidad del océano. Fue entonces cuando un nombre extranjero cambió el destino de la comunidad: Gustavo Winter, alemán afincado en el sur de Fuerteventura, decidió colaborar con los vecinos en la construcción de la primera ermita. Se trataba de la Ermita de San Miguel, cuya construcción comenzó en 1948 y concluyó en 1951. Allí se celebraron las primeras misas y las fiestas tradicionales dedicadas a San Miguel, San Juan y, más discretamente, a la Virgen del Carmen.

Pero algo faltaba. Una imagen que encarnara la fe marinera, una figura que fuera símbolo de protección para quienes se jugaban la vida en el mar.

La recolecta del pueblo y un viaje desde Sevilla

Marcial recuerda, con la voz entrecortada por la emoción, cómo fue que el pueblo se unió: “Marineros, agricultores, vecinos… todos pusieron algo. Lo que podían. Hicieron una recolecta para comprar una Virgen del Carmen. Queríamos tenerla aquí, con nosotros, como patrona de los que vivimos del mar”, relata.

Según las historias que le contaron su madre y su abuela —porque no hay documentos escritos—, la imagen fue adquirida en Sevilla, una ciudad que, por aquel entonces, proveía muchas de las imágenes religiosas que llegaban a Canarias.

La confirmación en los diarios de Winter

En 2024, motivado por la cercanía del aniversario, Marcial decidió indagar más a fondo. Sabía que la familia Winter conservaba los diarios personales de Gustavo, y contactó con ellos con una petición muy concreta: revisar las anotaciones de los años 1954 y 1955. La sorpresa llegó pronto. En uno de los diarios, fechado el 22 de enero de 1955, Winter dejaba constancia de un momento histórico:

“Ese día llegó la Virgen del Carmen a Morro Jable. Por la tarde, el pueblo entero subió a la ermita de San Miguel para rezar el rosario”.

La emoción de Marcial al conocer ese dato confirmado es difícil de describir: “Me sentí como si hubiera cerrado un círculo. Lo que siempre me contaron estaba ahí, escrito de puño y letra. Era verdad.”

Una procesión por tierra… y por mar

Pero la historia no terminó ahí. Al día siguiente, el 23 de enero de 1955, la Virgen fue protagonista de una de las primeras procesiones marítimas de las que se tiene constancia en Morro Jable. Fue embarcada en el Manolete, un barco que en aquella época operaba en la zona para transportar pescado hacia Las Palmas. La embarcación zarpó rumbo a Gran Tarajal, donde se dice que la imagen visitó la iglesia del pueblo, probablemente San Diego o la Candelaria. Aunque no hay registro escrito del evento, Marcial cree firmemente que “fue una visita que selló un lazo entre dos comunidades”.

Por la tarde, la Virgen regresó a Morro Jable y fue llevada de nuevo a la ermita. A partir de ese año, el 16 de julio quedó instaurado como el día grande del pueblo, con procesiones terrestres desde la ermita hasta la playa, y cuando el mar lo permitía, procesiones marítimas a remo.

“No había motores ni lujos. Solo fe y remos. Y si el mar estaba bravo, se quedaba en tierra. Pero nunca faltó su fiesta”, rememora Marcial.

70 años después, sigue siendo la guía

Hoy, siete décadas después, la Virgen del Carmen no es solo una imagen. Es una parte viva de la identidad de Morro Jable. Acompaña a sus vecinos en las travesías, en las tormentas y en los días de calma. Es faro, consuelo y promesa.

Marcial Arocha lo resume con una sinceridad que desarma: “Yo no tengo papeles ni diplomas… pero tengo memoria. Y esta historia la viví desde niño. Por eso quiero que se conozca. Porque la Virgen del Carmen no llegó como un adorno. Llegó para quedarse. Y aquí está, setenta años después, con nosotros”.

El pasado 10 de julio, la ermita de San Miguel fue testigo de un momento histórico y profundamente emotivo. Se proyectó un videomapping conmemorativo, que recorrió con imágenes, narración y música los 70 años de devoción de Morro Jable a su patrona. Miles de personas se congregaron frente a la fachada iluminada para vivir un relato visual que muchos describieron como emocionante, sobrecogedor y profundamente nuestro.

Aunque el poeta majorero André González —quien iba a ponerle versos a la celebración— falleció recientemente, su espíritu también estuvo presente en cada imagen, en cada palabra, en cada ola que besó la costa aquella noche.

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Antonio G.
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Dirijo Radio Insular Fuerteventura con una convicción clara: nuestras ondas deben dar voz a las historias reales que construyen esta isla. Desde que asumí la dirección, he apostado por un periodismo de proximidad que conecte con lo que verdaderamente importa a los majoreros.

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